sábado, 25 de septiembre de 2010

Añoranzas

Añoranzas

Jugábamos a volvernos invisibles
En las tranquilas horas de la siesta,
Cuando en la casa dormían los abuelos
Sus largos sueños de flores azuladas.
Mi hermana y yo nos convertíamos
En pasajeras de un viaje inolvidable,
Silencioso secreto del desvelo insolente,
Danzando entre el follaje,
Atravesando paredes y fronteras.

Nos aguardaba la calle lisonjera
Enamorada del sol y la ribera,
La lujuriosa mirada del estío,
El amor escondido en las esquinas
Y entre canciones que ya nadie cantaba.

Hoy nos aguarda tan solo la esperanza
De volver a recorrer aquel paisaje,
De desandar calendarios y suspiros,
De volver a jugar con los espejos.
¡De volver a la vida!... de escapar
Del asedio inevitable de la muerte….
                                                   Ana María Daviou

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